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La vida, ese asunto sensible

A "Un buen día en el vecindario" uno se la llora toda, como tiene que pasar con una película que está pensada en formato de aquellos melodrama que traen consigo lecciones valiosas de vida. Y la película es eso, pero bastante, bastante, más detrás de esta primera apariencia.


La historia está basada en la de Mr. Rogers, un educador y pastor presbiteriano que tuvo, entre 1968 y 2001, un programa de tv para chicos que se llamaba "Mr. Roger's Neighborhood".





Se supone que la película es una especie de biografía sobre este personaje. Pero la diestra directora Marielle Heller convierte a lo que podría ser una biopic, en un filme que nos permite entender qué provocó en la infancia de muchos de sus televidentes esta filosofía de vida del conductor: las lecciones y el abordaje de las temáticas que hacía en sus envíos; y que fueron suceso por décadas.


El amor, la amistad, la comprensión, la bondad, la maldad, la guerra, la muerte -en esencia la condición humana- atraviesan de palmo a palmo esta película, que emociona hasta las lágrimas; pero con buenas y genuinas armas escondidas en la apariencia narrativa del film.


Es una película que despierta esa emoción profunda, que te deja un buen rato en paz con la humanidad y lo bueno que viene de ella.


Son los tiempos narrativos, son las directivas de actuación que ha recibido Tom Hanks, son los juegos entre maquetas de ciudades y ciudades, entre títeres y personas. Porque Heller se la juega a fondo y sin miedo.


Ella es una de las narradoras estadounidenses más interesantes del mainstream de los últimos años, con películas robustas como "Podrás perdonarme". Aquí, en "Un buen día en el vecindario" apela a un diseño de arte y un registro de imágenes que extrema esta noción de "maqueta/fórmula" usual en este tipo de films, para convertirlo en esa otra cosa que curiosamente buscan -sin encontrar- las películas de registro estándar del melodrama estadounidense.





La historia es la de un periodista de Esquire, Lloyd Vogel, al que su editora le pide que haga un perfil de Rogers. Cuando Vogel conoce al personaje no puede dejar de buscar lo que él cree que oculta bajo tanta bondad. Quiere pescar in fraganti al hombre en su miserabilidad humana y, en ese camino, se reencuentra con sus dolores y la sanación.


La actuación de Tom Hanks es formidable: se sostiene sin quebrarse en toda la película, en un registro de bondad y paciencia fuera de este mundo, tan exacerbado, que se vuelve exasperante.


Y, como con la idea del diseño de arte, ese forzamiento al extremo es lo que provoca la profundidad y la intensidad genuina del personaje. Tanto que nos permite, sin decirlo por completo, entrever que esa pura beatitud, es un escudo para no quebrarse.


Y su contrapunto actoral, Matthew Rhys (un periodista que se vuelve, sin darse cuenta, objeto narrativo o caso-testigo de la película) es exactamente eso: un perfecto contrapunto que permite el balance interpretativo.


Es una película muy bella, muy sincera, y muy bien pensada para que así sea. Un cariño al corazón hasta de los más ásperos.


La ficha

Un buen día en el vecindario (A Beautiful Day in the Neighborhood, EE.UU., 2019, 103 min.). Dirección: Marielle Heller. Guion: Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster sobre un artículo periodístico de Tom Junod. Música: Nate Heller. Fotografía: Jody Lee Lipes. Con: Matthew Rhys, Tom Hanks y Chris Cooper. Disponible en: Amazon Prime. Nuestra calificación: Muy buena.

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